Recuerdo el momento en que esperaba, sentado delante del televisor, el estreno de una nueva serie que no habían dejado de anunciar desde hacía semanas. Estábamos a comienzos de los noventa: la televisión era una parte importante en nuestra vida cotidiana. Pocos canales, pero mucho por descubrir. La serie en cuestión se llamaba Los Simpson. Después de su primer capítulo, se transformó en un programa obligatorio en mi casa. Más allá de todos los momentos clásicos, hubo un capítulo que esperaba ver con ansia: uno donde apareciera el Autosaurio (Camionosaurio, en España), ya que su diseño me fascinaba. Lamentablemente, no era un personaje regular en la serie pero, para mi fortuna, poco después sería testigo de la creación de una criatura similar y mucho más despiadada: War Beast.
Death Machine fue un film que alquilé sin siquiera leer su sinopsis debido a su portada: si había un monstruo parecido al Autosaurio, eso era suficiente motivo para llevarla a casa. La historia nos presenta un mundo distópico, en un futuro cercano, que nos traslada al interior de una compañía dedicada a crear armas que fusionan las máquinas con humanos. Brad Dourif encarna a Jack Dante, el genio maligno detrás de estos experimentos, que es despedido, luego de ocasionar varias muertes, por la nueva CEO de la empresa. Pero lo que nadie sabe es que ha estado trabajando en su creación más letal: War Beast. Y, por supuesto, no tardará en comenzar la venganza.
Nos vamos introduciendo en la película de una forma lenta, ya que no es un film que ataca al espectador de entrada: va construyendo de a poco el propósito de los personajes y la tensión. Esto último podemos apreciarlo especialmente durante la tercera parte: parece que nunca saldremos vivos de aquel edificio. Incluso se permite algunos guiños al género (solo deben leer los nombres de algunos de los personajes para entender lo que estoy diciendo), y hasta algunas situaciones cómicas —que involucran algunos objetos que carga Jack Dante en el interior de su sobretodo, y el actuar de algunos personajes de manera exagerada— bastante bien llevadas si uno no se las toma en serio, o si se permite disfrutar de este tipo de humor. El film relata una historia bastante interesante, aunque nunca terminan de explotarla; se basa más en crear la situación del gato y del ratón que en darnos una idea mucho más desarrollada del mundo en que estos personajes conviven. También contiene una cantidad de pastiches reconocibles (más allá del diseño de War Beast, claramente influenciado por el xenomorfo, hay bastantes “tributos” a films como Robocop, Terminator, Alien o incluso a Die Hard). Aunque se ha convertido en una película de culto, hay amantes del cyberpunk que aún desconocen su existencia.
Por mi parte, me hubiera gustado saber más sobre aquella distopía que plantea en los primeros minutos, pero la película nos deja con esa interrogante. Quizá, en un futuro, alguien pueda devolver a la vida todo este espectáculo de gore y ciencia ficción.Y, así, War Beast volverá a caminar entre nosotros.